Cuando faltan cronopios

Crónicas de ciertos amigos que llegué a conocer


jueves
  Investigación 10-24 .

Hace ya algún tiempo que no la veía. Su caso se había ido complicando en la medida en que se aclaraban sus elementos. Tranquilidad Rosales, desde su papel de activista político, me había advertido sobre aquel hombre inglés que, una noche calurosa, había visitado a los Terteinkan, el caballero del sombrero de fieltro era Mr. Atkinson. Según Tranquilidad, él era un caballero que estaba buscando socios, mecanismos para ingresar al país con fuertes inversiones. Estaba interesado en la excavación de pozos de agua y en el establecimiento de gasolineras en toda la República. Tranquilidad Rosales me veía como desde un jardín, con la seguridad maternal de que yo lo entendía todo, pero justo cuando levanté la taza de café, divisó, política al fin, un gesto de superioridad que sólo la ignorancia oculta sabe manifestar. En verdad que no sabía de qué me hablaba. Atkinson quería hacer negocios con el señor Terteinkan. ¿Y eso qué? No entendía qué tenía que ver con Elsa y sus exquisitos labios.

“Hay veces en que los hombros son unos verdaderos papanatas. No importa si son guapos o feos, si son políticos o literatos pero algo en las caderas de ciertas mujeres los vuelve simplemente estúpidos”, dijo Tranquilidad mientras cerraba el closet donde me asomaba a mis ilusiones. “Hey, eso ya calienta. Digo, tampoco hace falta insultar”, dije con el resabio de dignidad que me quedaba.

Ella no dijo nada. Sabía que no había nada que hacer con esa mariposa que comenzaba a hacer estragos en mi rostro y en mi inteligencia. Mariposa les decía a las chicas que se me acercaban a pedirme la hora, a las chicas que me sonreían, a los deseos que nunca terminé de cumplir. Mariposas les decía en un pasado muy lejano, cuando Tranquilidad y yo aprendimos a querernos y quisimos aprendernos. 
miércoles
  Investigación 9-23-14 .

Pasado el tiempo comencé a entender su enojo. Ella me había buscado en el despacho y me encontró justo cuando venía saliendo. Estaba decidido a seguir una más de las pistas que me venían a la cabeza, como signos metafísicos que encaminaban mis rutas. Ella me encontró a la puerta del edificio. La llevé al bar cercano para que se calmara, pues estaba exaltada de tanto correr de sí misma y de inventarse a cada instante. Pero sobre todo, estaba enojada: segura de que si yo era un personaje de novela, y si era el detective que ella había contratado, yo debiera saber por qué hacía esas cosas, por qué ese caballero había dejado ese letrero advirtiéndole: “No estoy solo”.

Así había sido aquél día no muy lejano en que, como en una obra de Shakespeare actualizada, nos habíamos encontrado en medio del bosque en una escena de monólogo. No habría tragedia al parecer, y sin embargo el güisqui no terminaba de tranquilizarla. Elsa Terteinkan me miraba con un profundo enojo. Estaba enojada conmigo y con ese maldito caballero inglés. En ese momento, ambos se encarnaban en mí, bajo mi verde gorra de beisbolista, en esa cara bobalicona que me es tan común, en esa inocencia de caminero gringo recorriendo las largas carreteras de la perdición. Y yo, una vez más, sólo viendo. Tenía que asumir esa postura para no iniciar una escena de desencuentro. Me daba algo de vergüenza con Javier, el joven que atendía la barra del bar; me daba algo de vergüenza conmigo mismo.

Mientras ella me explicaba su extraña relación con ese caballero inglés, mi mente divagó entre los diferentes detalles de las escenas precedentes para sólo detenerse en el elegante sombrero de fieltro que ese caballero tomó antes de irse de la mansión Terteinkan. Me pareció de pronto que era una clave fundamental.

Elsa, más que tranquilizarse, se emborrachó. La levanté con cuidado mientras me mentaba la madre, incansable. La subí a un taxi, indicándole al conductor el rumbo y dirección de su casa. No fui con ella porque tenía que poner en claro mi vida y el curso de esta investigación en la que, sin saberlo, me había sumergido hasta el cogote. Ahora una sensación pantanosa me contenía el corazón. Comenzaba a ahogarme.

Todo esto lo recuerdo y lo intento organizar algunos días después de ese encuentro. Estoy de nueva cuenta en el bar y puedo pensar muy poco. El sombrero del caballero inglés y los labios de Elsa me tienen absorto. 
martes
  Investigación 6-8-13 .

Salir de la oficina fue simplemente desastroso. Ella, quien me había contratado y me había estado mandando a lugares extraños para presenciar el conflicto, el desenlace de una investigación de la que era apenas un testigo; ella estaba ahí, a la salida de mi oficina. Fuimos a un bar cercano y ah me explicó lenta y detenidamente el caso: todo había empezado una noche en que la familia había invitado a un caballero inglés a cenar. La familia tenía, por supuesto, intereses económicos con el gentleman. Nada nuevo en esas infinitas noches en la mansión de los Terteinkan. Ella bajó, como era su costumbre, arreglada para la ocasión con un vestido de noche de gran escote. Se quedó mirando fijamente a ese hombre cuando le presentaron al invitado. Había algo extraño en esa mirada inocente, en esa paciencia infinita con que atendía a las preguntas de la madre y a los chistes del padre. Tarde en la noche, el caballero inglés se retiró, dejando en las manos de ella, justo cuando se despedía, un recado perturbador: “No estoy solo, y sin embargo algo me persigue”.

Comenzaba a entender algunas piezas de esta historia, cuando ella se acercó a mí, justo al momento de despedirnos y me dejó un recado: “Eres un imbécil si crees que no tienes opción. Él es apenas el reflejo de tus problemas y no queda más que averiguar quién lo persigue”.

Era ella, una vez más, hablando de sí misma, obligándose a actuar, a explicarse el mundo. Comenzaba a entender para qué me había contratado. 
sábado
  Investigación 23-43 .
La compañera Tranquilidad inició la asamblea poniendo orden y estableciendo. Ya los comensales de la mesa contigua se habían ido, llorando y abrazados pasaron por la puerta y, casi inmediatamente, dio inicio la sesión. Todo era silencio y yo seguía en un rincón, viendo.

Dos días antes, justo cuando perdí la pista, un cuadro de costumbres, un grabado y un dibujo al carbón me instaron a seguir. ¿Qué podía hacer yo? Nada, seguirme buscando en este camino extraño que me conecta directamente con mi pasado, con un cuarto de hotel y sábanas revueltas, con una ciudad distante, con una estación de camiones y con una espera absurda. El misterio comenzaba a mostrar señales de mejoría. 
miércoles
  Investigación 2-28 --Y yo que me creía muy ducho leyendo en clave, dijo el comensal de la mesa de enfrente. Primero ardí en celos. Eso de saberte en otros brazos me puso a temblar.

Hablaba con un hombre robusto, le miraba a los ojos, lo increpaba.

--Te amo y no podré dejarte de amar, aunque me envuelva en los brazos de otro hombre, siempre estarás ahí, entre mis ojos acurrucándome mientras otros me abrazan. No sé que más decirte, bien sabes que cuando bebo un poco, no mucho, basta con una copa, me pongo chípil y me gusta que me abracen y me besen el cuello. No es tan difícil de entenderlo, simplemente no siento culpa, por más chantajes que intentes hacer, no siento culpa.

--Bueno, pero no tienes que decirme siempre, cada vez que te dejas abrazar por un hombre. Prefiero el silencio, dijo estúpidamente es hombre afeminado que le reclamaba a su pareja. 


























Cuando faltan cronopios...






famas rules

























Mejor otra cosa:








Ejército Zapatista
de Liberación Nacional




Propuestas
¡Oye!


Huye de la olla


Encontronazos
Ernesto Manuel Espinosa
Carlos de la Sierra
Jeronimo Arteaga
Urraca Parlanchina
Alicia Andares
Carlos Oliva
Kantzil
Alets
Recuerdo que los leí
Comadre Maruja
Eslavos del sur
Asakhira
Pasticcio
Dieguez
Alma

Correspondiendo el gesto
Desde las sombras...
Almocreve das petas
Manzanas podridas
Al sur del sur
Ras Roger
Maga
Srita

guelos@hotmail.com
This page is powered by Blogger. Isn't yours?


ARCHIVES
05/2003 - 06/2003 / 06/2003 - 07/2003 / 07/2003 - 08/2003 / 08/2003 - 09/2003 / 09/2003 - 10/2003 / 10/2003 - 11/2003 / 11/2003 - 12/2003 / 12/2003 - 01/2004 / 01/2004 - 02/2004 / 02/2004 - 03/2004 / 03/2004 - 04/2004 / 04/2004 - 05/2004 / 05/2004 - 06/2004 / 06/2004 - 07/2004 / 07/2004 - 08/2004 / 08/2004 - 09/2004 / 09/2004 - 10/2004 / 10/2004 - 11/2004 / 11/2004 - 12/2004 / 05/2005 - 06/2005 / 10/2005 - 11/2005 / 11/2005 - 12/2005 / 12/2005 - 01/2006 / 01/2006 - 02/2006 / 02/2006 - 03/2006 / 03/2006 - 04/2006 / 07/2006 - 08/2006 / 08/2006 - 09/2006 / 09/2006 - 10/2006 / 10/2006 - 11/2006 / 11/2006 - 12/2006 / 12/2006 - 01/2007 / 01/2007 - 02/2007 / 02/2007 - 03/2007 / 03/2007 - 04/2007 / 04/2007 - 05/2007 / 05/2007 - 06/2007 / 06/2007 - 07/2007 / 07/2007 - 08/2007 / 08/2007 - 09/2007 / 10/2007 - 11/2007 / 11/2007 - 12/2007 / 12/2007 - 01/2008 / 01/2008 - 02/2008 / 02/2008 - 03/2008 / 03/2008 - 04/2008 / 04/2008 - 05/2008 / 05/2008 - 06/2008 / 06/2008 - 07/2008 / 07/2008 - 08/2008 / 08/2008 - 09/2008 / 09/2008 - 10/2008 / 10/2008 - 11/2008 / 11/2008 - 12/2008 / 12/2008 - 01/2009 / 01/2009 - 02/2009 / 02/2009 - 03/2009 / 03/2009 - 04/2009 / 04/2009 - 05/2009 / 05/2009 - 06/2009 / 07/2009 - 08/2009 / 08/2009 - 09/2009 / 09/2009 - 10/2009 / 10/2009 - 11/2009 / 11/2009 - 12/2009 / 02/2010 - 03/2010 / 03/2010 - 04/2010 / 04/2010 - 05/2010 / 08/2010 - 09/2010 / 01/2011 - 02/2011 / 03/2011 - 04/2011 /





Powered by Blogger








eXTReMe Tracker