Cuando faltan cronopios

Crónicas de ciertos amigos que llegué a conocer


domingo
  Extraña idea de democracia .

Luciano Pascoe (?) escribió esto en relación con López Obrador y la reforma petrolera : "Entonces, como hacen todos los que se niegan a responsabilizarse de sus actos, lo puso a votación (...)"

¿Podrá sostener esto mismo en otros contextos o es sólo una expresión coyuntural, una definición de democracia que a momentos funciona y en otros no? 
miércoles
  Se dice... .
Se dice que ya está mejor, que la enfermedad ha logrado ser contenida en el espacio mínimo de la noche y que sólo asoma a la mañana siguiente con convalenciente en tos aguda. Sin embargo, con un baño y los debidos cuidados, se le puede ignorar un poco.

Me pregunto: ¿Hablan de la tos o de él? 
viernes
  Reporte 05 .

Las indicaciones me seguían pareciendo confusas. No había pasado una noche tranquila rodeado por el falso ronquido de mis compañeros de cuarto. Había rentado un cuarto bastante lejos de nuestro objetivo, pero los escasos recursos con los que he contado para la misión me habían obligado a compartir con otras 8 personas la habitación. Viendo las condiciones en las que me encontraba (habiendo sido identificado por culpa de nuestro contacto en Londres, supuse sin temor a equivocarme que al menos 6 de estos sujetos estarían espiándome, esperando el mejor momento para llevar a cabo su cometido. De manera que yo también finjí dormir.



En cosa de una hora parto de regreso. Me es necesario confirmar que la misión no ha podido concretarse debido a los riesgos que implicaba para mi vida. Sin más, me reportaré en la oficina el próximo lunes. 
jueves
  Reporte 04 .

Londres, 26 de septiembre, año conocido

Pasado un tiempo, la noche me sorprendió haciendo relaciones públicas. El trabajo de localización, que perecía en algún momento fácil, se ha complicado de sobremanera. El Pub Manchester Arms, lugar de encuentro de nuestro agente encubierto es una guarida de de criminales, quienes aparentemente se encuentran vinculados con nuestro objetivo.

Al llegar al pub me ofrecieron una bebida de aspecto extraño, un brebaje denso y oscuro que es coronado por una especie de sucia espuma, como la que hay en las orillas de nuestros ríos. Su engañoso sabor, algo amargo y muy refrescante me motivó a tomarme varios vasos “pint”, que luego me enteré que son cerca de medio litro de ese menjurje. A la cuarta de estas bebidas, teniendo que ir al baño, me levanté perdiendo el equilibrio de inmediato. Como soy un tipo serio, pude recomponerme sin hacer notar mi cada vez más creciente fragilidad. El suelo se convirtió en una superficie gelatinosa. Los comensales, sin embargo, no se percataron de mi leve balanceo mientras me dirigía al sanitario, o por lo menos fingieron no observarme: continuaban en sus aparentes pláticas cotidianas. Sin saber el idioma, mi experiencia en estos avatares me permitió reconocer una complicidad que abracaba todo el bar. Se sonreían contentos del efecto que la bebida había producido en mí y preparaban el siguiente paso de un monstruoso plan. Reconociendo estas espantosas sonrisas, no podía hacer más que imaginarme lo que lo que le han de haber hecho a nuestro contacto.

Temiendo por la seguridad de nuestra misión, y seguro de que nuestro contacto nos había delatado, adelantándome a estos sátrapas, decidí sacrificar al peón, como quien dice, y salí corriendo por la puerta principal sin preocuparme por pagar o recoger mi cuaderno. Ese fue el único error que cometí: el cuaderno tenía los apuntes del lugar donde pernoctaría esa misma noche. Corrí tan rápido como pude y cuando me sentí seguro, cuando ya no tenía a nadie detrás siguiéndome, vomité todo lo que había bebido.

La misión se ha retrasado, pero el objetivo será cumplido a cabalidad, pese a que sólo me quedan unas cuantas horas. Lo aseguro. 
martes
  Reporte 03 .

Lo primero que había que hacer: identificar los límites espaciales que se me designaron: Goodge Street, Tottenham Court, Charlot y Fitzroy.

Las instrucciones que logré rescatar del mundo virtual son pocas y bastante vagas, de modo que tuve que detenerme en un pub para recomponerme y planear detenidamente la estrategia. Una cerveza para tomar confianza y adaptarme al inglés masticado que hablan en esta ciudad.

A media cerveza, me percato de que los mapas de Londres que he conseguido en el undergraund no son suficientes. Ni las rutas de camión ni las del metro me explican lo que estoy buscando. Me acerqué a la barra del bar y solicité un mapa. Ya que estaba ahí, pedí otra cerveza stout, de esas grandes y cremosas cervezas que sirven acá, y regreso a mi mesa. Desde ahí, con un mapa más preciso, logro entender la línea de acción. Tengo que avanzar hacia el norte.

La cerveza me cae muy bien en la panza y me hace olvidar el hambre del viaje. A mi derecha una mujer exquisitamente guapa se queja de no tener dinero para pagar su departamento. Algo le dice a un joven exitoso, pero él se va y la deja viendo por la ventana. Saca su celular y comienza tremendo chisme con su amiga (supongo desde lo que escucho, distraído por lo que veo). El hombre exitoso regresa y yo, para no llamar más la atención, pido otra cerveza mientras le devuelvo al cantinero su mapa. La tercera cerveza me viene de maravilla y comienzo a entender los trazos finos a los que obliga mi investigación, entiendo los extraños y casi metafísicos vínculos que me han traído a mí a esta ciudad, particularmente a mí, en quien la nación y, usted, jefe, han depositado toda su confianza, como si de mí dependiera la paz y estabilidad de nuestro orgullosos sistema de justicia y administración, y que ahora mismo se encuentra en peligro por esta bola de alborotadores que desde Atenco y Oaxaca, desde Italia y este recuadro del mundo sajón, se conectan para poner de cabeza el orden y estabilidad que tanto trabajo les ha costado a las familias mexicanas, esto sin contar que el amor sólo puede ponderarse desde la tranquilidad que el Estado otorga y sólo desde esa confianza podremos vivir en armonía intercambiando nuestros cariños y, sepa jefe, que defenderé al amor donde quiera que se presente y lo descubramos colándose entre nuestras investigaciones y permitiéndonos reconocernos participantes de un mismo amor… universal.

Una pareja frente a mí habla de asuntos privados, supongo. No los escucho pero se sonríen cómplices y se visitan tímidamente con los ojos, se invitan a pasear, se avergüenzan, fingen pena y regresan al encuentro. Se alojan en las más íntimas habitaciones, se invitan a dormir y, a la mañana siguiente, tomarse el desayuno. Sus bocas no dicen mucho, pero ambos se escurren contra la pared, uno junto al otro, se otean de vez en cuando para reconocerse contrariados y profundamente excitados. Ella, con su fina nariz, con su cabello negro y su pálida piel de invierno está frente a mí: su coquetería me afecta, algo del amor que le comunica a ese bastardo me salpica y me pone nervioso. Es en verdad curiosa esta sensación: los gestos de amor no me están dirigidos, pero las gotas se esparcen, el amor me es rociado y me perturba. Pido otra cerveza. 
lunes
  Reporte 02 .

Llegué a la ciudad conforme a lo acordado. Me bajé del camión frente a Hyde Park. Me dispuse a conseguir alojamiento pues la misión no incluía un plan de estancias nocturnas. Quizá no sea el momento de decirlo, pero me parece que es necesario señalar que una de las debilidades de esta misión consiste en una falta de planeación y de financiamiento suficiente para poder cubrir los gastos indispensables para que la investigación se lleve a cabo con el éxito debido. La importancia del objetivo no se corresponde con los preparativos que hemos llevado a cabo. Solicito por este medio un mayor financiamiento y que se me haga llegar unas cuantas libras para poder costearme el regreso.


Llegué a la ciudad preocupado por no saber dónde pernoctaría, de modo que lo primero que hice fue hablar a algunos hostales (el presupuesto no alcanzaba para más). Metido en una cabina telefónica, invadido por un intenso olor a orines, me percaté de que no tenía cambio. Salí a deambular hasta encontrar el banco más cercano, al que entré con mi inmensa mochila y con el contrapeso adecuado (otra mochila) al frente. Convertido en una tortuga dual de dos patas me veía bastante ridículo, sobre todo por saberme llamando la atención en esto que debía ser una mi misión ultra secreta. Me dije, no importa, al cabo soy un mexicano que anda de turista, pero mi bigote recortado, mi elegante sombrero de fieltro y mi pistola en la sobaquera me delataban. Este disfraz de galán de los cuarenta me tenía siempre orgulloso, todos los días camino con gallardía, pero llegué a Londres algo cansado, vestido de adolescente en viaje y con los huevos ardiéndome de tanta ansiedad. En Oxford circus di vuelta a la izquierda y me sentí como en casa frente a la BBC Broadcasting House. Justo enfrente, logré hablar por teléfono y conseguir alojamiento. Tendría que cruzar el río e ir hasta la estación Borough.


Después de un buen número de transbordos y de sentirme todavía más ridículo, llegué al lugar indicado, sólo para cumplir la ortodoxia de la burocracia mexicana en Londres: habría que ir a Elephant and Castel, donde pernoctaría. Una vez repuesto del viaje, con la cara limpia y sin mochilas, encaminé mis pasos de regreso al lugar de los heschos. 
jueves
  HORA DE CALLAR





Tú y yo estamos de acuerdo
pero no hacemos más que hablar
y nuestras palabras
nos separan.

Alicia Andares 
lunes
  Reporte 01 .
Nosotros somos hombres-bombas. En las villas miseria hay cien mil hombres-bombas.Así asentaba un texto con repercusiones en Brasil. El ojo del huracán, según supimos por nuestros muy cuidadosos estudios históricos, se había encontrado en Londres. No sólo por la presencia de un tal Marx, sino sobre todo de un grupo de personajes que había logrado establecer una muy sólida red de relaciones en Europa y América Latina. Estos sujetos, organizados desde un individualismo radical, pero con fuertes lazos de solidaridad, trabajaban de lo que ellos mismos llamaban la Idea. Se trataba de liberar al mundo del yugo de la aristocracia y de los burgueses, esto es, del privilegio. El egoísmo, según ellos, se había apoderado del hombre y era el síntoma de nuestra decadencia. El Estado, como aparato represivo, era sólo una expresión violenta del poder que detentaban los burgueses coludidos con la aristocracia y que tenía expresión directa en la explotación cotidiana de los pobres, de los trabajadores, de las mujeres y de las amplias masas a las que se insistía en mantener en la ignorancia. La Idea, decían ellos, se abriría paso por entre la mezquindad.


Era necesario regresar a ese origen, a ese lugar donde actuaban impunemente para entender la expresión violenta e irracional que representaban los nuevos grupos de choque. Eso fue lo que me llevó a Londres.

 


























Cuando faltan cronopios...






famas rules

























Mejor otra cosa:








Ejército Zapatista
de Liberación Nacional




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