Reporte 01
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Nosotros somos hombres-bombas. En las villas miseria hay cien mil hombres-bombas.Así asentaba un texto con repercusiones en Brasil. El ojo del huracán, según supimos por nuestros muy cuidadosos estudios históricos, se había encontrado en Londres. No sólo por la presencia de un tal Marx, sino sobre todo de un grupo de personajes que había logrado establecer una muy sólida red de relaciones en Europa y América Latina. Estos sujetos, organizados desde un individualismo radical, pero con fuertes lazos de solidaridad, trabajaban de lo que ellos mismos llamaban la Idea. Se trataba de liberar al mundo del yugo de la aristocracia y de los burgueses, esto es, del privilegio. El egoísmo, según ellos, se había apoderado del hombre y era el síntoma de nuestra decadencia. El Estado, como aparato represivo, era sólo una expresión violenta del poder que detentaban los burgueses coludidos con la aristocracia y que tenía expresión directa en la explotación cotidiana de los pobres, de los trabajadores, de las mujeres y de las amplias masas a las que se insistía en mantener en la ignorancia. La Idea, decían ellos, se abriría paso por entre la mezquindad.
Era necesario regresar a ese origen, a ese lugar donde actuaban impunemente para entender la expresión violenta e irracional que representaban los nuevos grupos de choque. Eso fue lo que me llevó a Londres.