Querida vida
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El destino me trajo a esta ciudad y con el tiempo el destino se convirtió, más bien, en un estado de ánimo. Mariposa de indeciso vuelo, subo y bajo por la calle sin saber muy bien cuál es mi destino. ¿Te encontraré también aquí, en este rincón del mundo? Alguna vez me platicaste de este planeta en el que ahora vivo y pienso, y mientras recorro las calles de esta nuestra ciudad (¿me puedo apropiar de esta ciudad de fríos y calores, de extremos culturales, de tanto carácter?) pienso en vos. Es curioso este estarte queriendo después de tantos meses. Te quiero, con esa canción repetida en la radio, te quiero con el ojo puesto en una morena de cabello pintado de rojo, te quiero cuando despiertas y sales corriendo sin siquiera lavarte, te quiero cuando me buscas por entre las calles y pasillos y salones de clase, te quiero cuando miro a las mujeres y te quiero cuando dos hombres se acarician el brazo. Te quiero, según parece, siempre.