Sensaciones
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Una profunda sensación, aquella extraña manera en que se siente un recóndito placer. Una aventura de recuerdos es esta sucesión de imágenes, de sentimientos, este vértigo, este estarse encerrado, jugando escondido al deleite, negándose al mundo.
Ahora que lo pienso, no puedo más que recordarme estupefacto ante el espectáculo de los otros. Fascinado por el horizonte de acción de la gente, de mi gente, de mi padre. Lo veía desplegar sus plumas, mostrándose con la intensidad de un inapelable seductor; hablando, escurriendo labia en torno de una pequeña mesa de centro, llevando a la concurrencia al desnudo, a una experiencia de sinceridad sin tapujos: se pavoneaba. Observé a mi tío el menor volver locos de risa a narcotraficantes, policías y militares por igual; narraba cuentos absurdos parándose en las mesas, ridiculizaba la lucha encarnizada que entablaban todos esos malos sujetos consigo mimos, peleando por aparentar ser machos, en una competencia por ser el más hombrecito; jugaba a sensibilidades diversas, y también se pavoneaba. Estuve en la escuela de mi madre, paseándome por los pasillos, viendo a multitudes de jóvenes jugando al amor, al contacto íntimo, a la sorpresa de verse, también ellos, pavoneándose.
Tengo escalofríos. El cielo encapotado anuncia tormenta y yo, en este café, vestido sólo con una camiseta. Regreso a mis audífonos, a mi forma de estar ausente. Escuchando la distracción, paseo a la conciencia de un lado a otro. Observo, siempre observo. Me entrego a esta extraña sensación, a esta extraña y profunda sensación de soledad.