Me escribieron una carta
y no pude contestarla. Hoy transcribo lo que debí de haber dicho:
"Estaba envejeciendo y con la edda venía la sensación de extrañeza, de ausencias, de pequeñas amnesias respecto a cosas que debían haber sido importantes pero que se le había olvidado apuntar en ell corazón. No siquiera se sentía triste por sí mismo. Comenzaba a parecerse al hombre que estaba buscando [un hombre muerto que seguía vivo, un cadáver que deambulaba y sonreía automáticamente cuando se le contaba un cuento, un chiste, una declaración de amor]. Ambos perdidos en San Andrés."
Paco Ignacio Taibo II.