El escándalo. El arreglo de cuentas pasa hoy por el escándalo televisado. Hay que tener videos de los adversarios políticos, siempre moviendo dinero, siempre dando y recibiéndolo; jugando a la ruleta que ha sido siempre el juego de la política. Aparte, muy aparte, están los principios, la justicia, la democracia, la idea de una autogobierno, de un orden que se funda y refunda constantemente, que so constituye como acuerdo transitosrio. Hoy esa política, la de la palabra, del acuerdo, del escucha que que responde al comentario al comentario anterior, más que fundarse, está refundido.

El escándalo. Y una vez más, uno en medio de eso, queriendo alzar la voz, no ante una ilegalidad, sino ante una injusticia. Y levanta la voz y hace silencio sólo para encontrar que había muchos antes que uno que levantaban también su voz, que decían de sus cotidianas injusticias, recibidas a punta de miseria y debilidad estructural. Y entonces uno se angustia y quiere responder con algo, pero más arriba sólo el escándalo y la legalidad como fachada.

Escándalo y gritos que piden el estado de derecho. Esos han sido los mecanismos del autoritarismo moderno, desde la Revolución francesa, al menos. Pedir el estado de derecho, no es pedir justicia. Es reconocer que las leyes deben de estar por encima de los conflictos sociales, es cierto, pero también es olvidarque las leyes fueron construidas para defender específicos intereses, peor aún, ocultar que las leyes fueron una vez creadas y que pueden transformarse, modificarse, corresponder a los intereses del presente y de un mayor numero de personas. Escándalo y estado de derecho ocultan los problemas de la representatividad y la justificación de las leyes. Escándalo y estado de derecho es una convocatoria a olvidar a la democracia y a la justicia, como valores regulativos.

Escándalo. Qué queda después del escándalo? Sólo una moral que se enfrenta a otra. Discutir los efectos del alcohol, por ejemplo. Defender la solvencia moral y económica de los individuos, también. Esa discusión está en el fondo siempre, pero cuando es argumento principal de una discusión que no contiene ese orden discursivo, estamos siempre ante una trampa. Hay confusión. Y como dice el presidente de los EU. Ante la confusión hay que ser claros: el matrimonio es una institución sagrada, de esta y de todas las sociedades habíadas y por haber. Moralidad y ley, siempre encima de libertad y justicia.   ¶ martes, marzo 02, 2004