Una de borrachos
Con la llegada de las mujeres a las cantinas del Distrito Federal, que les estaban vedadas hasta antes del decreto de 1982, emitido durante la regencia de Carlos Hank González, los hombres ''salimos perdiendo", expresa Armando Jiménez (Piedras Negras, Coahuila, 1917), escritor y uno de los cronistas urbanos que mejor conoce los lugares tradicionales de la ciudad de México, ubicados en recovecos donde sólo se puede llegar a pie y con muchas ganas de conocer el sabor arrabalero.
''Las cantinas eran un refugio donde íbamos a desahogarnos, a echar albures en voz alta, a mentarnos la madre de un lado a otro, a jugar al cubilete, a la rayuela. Ahora tenemos que comportarnos, ser recatados, no se permiten las malas palabras delante de ellas. Perdimos nuestro espacio, un lugar donde a los mexicanos machistas nos gustaba estar, con todo y lo sórdidas que eran", afirma.