No alcanzo a entender este estadazo. Es cosa de superar las noches, lo sé. Lo que ocurre es que en verdad se pone difícil, y entonces no es más que la noche con su espantosa soledad, su abismarse de estrellas que no hacen más que estar y divertirse con la precariedad anímica de uno. Entiendo perfectamente cómo es que Remedios Vari no encontraba remedio en la gasera de un objeto dejado en medio de la nada y con paredes que, por más que frágiles estuvieran, no se desmoronaban, entonces intentar con la geografía de líneas: si Max Ernest no funcionaba quizá con un poco de Miró, y en esas andaba cuando se preentó la Segunda Guerra Mundial y entonces uír y venirse a México y entonces sí, despues de los años cuarenta, encontrar un mundo de alucines que le permitía, primero regresar a los años de institutrices y, después, ahondarse en los sueños de un amor encontrado a la vuelta de una esquina (recordar que las paredes nunca desaparecen en Varo).