Este nuevo lugar no termina de hacerme mucho bien. Es como un paseo que no termina. Ahora me doy cunte que, desde mi llegada, sólo adopté una nueva obsesión. Producto de la obsesión, me encuentro, todos los días intentando algo nuevo (no necesariamente un texto).
He conocido tanta gente, con tantas manías. Uno que inicia su blog durmiendo; uno que, quizá siguiendo un metafísico ejemplo, ahora pasa los días cargando. Una maniático del periodismo, de la crónica. Una poeta electrizante. Una enloquecida mujer que no se basta así misma y que ahora es muchas, muchas convirtiendo en plenitud los días. Una que es una tabla de direcciones y buenos ratos. Uno que increpa, vomita y se va a dormir. Pura gente pacífica y de buen ver.
Por eso siento que todo es como un gran álbum de fotografías que relata bodas a las que nunca fuimos, de familiares que no conocemos. Por eso se siente uno como un ser ajeno. Por eso me recuerdo siempre como un recién llegado. Me sé es que soy un novato. No obstante, he de decirles que no hay porqué preocuparse: después de un rato se logra estar bien, se acostumbra a la humareda y a uno que otro pretensioso. En serio que aquí hay unos tipos a todo dar.
El blog no es un lugar de ejercicio ni un lugar dónde archivar textos, no es un lugar donde ensayar redacciones ni un cuaderno de notas, es una comunidad de preparatorianos. El sexo y las drogas abundan. Pocos textos políticos y muchas reflexiones del individuo ante el mundo. En serio, parece ser que puro reventado hay en esta tierra sin territorio.
Miguelo