Ajá, escucho y respondo en los momentos de silencio.
No era mi intención engañarte pero eso del optimismo no me desagrada. Siempre que se le entienda como una actitud y no una creencia, como algunos llegan a suponer. Aunque coincido con vos en eso de que las piedritas en el zapato que recuerdan lo que siempre hay que tener presente. También creo en el buen uso de las bombas para detonar lo que de por sí es explosivo, la mentira del bienestar.
Y es que eso, que cuando uno anda por la calle y le preguntan que cómo está, uno afirma que bien por simple cortesía, por que la pregunta no es esa y la respuesta no espera responder eso, sino abrir al diálogo lo más constructivamente posible. Imagínate que fuéramos por ahí respondiendo que estamos mal y luego esa retahíla de preocupaciones que sólo nos sumirían en el fango más que recordarnos que estamos rodeados de él, que el suelo mismos que pisamos es eso: fango. No se trata de eso, creo.