Lo que no me deja de sorprender es que, pese a las distancias, y a ese extraño mapa sin coordenadas que es el internet, pese a los obstáculos del ánimo y las degracias pospuestas debido a una cierta vocación pacifista, los mensajes sigan llegando.
Por ejemplo, algunos posmodernos demócratas (sí, me parece que eso existe), aunque también medio anarcos, vinieron a proponer aquí, que cada uno hable con su propia voz, y que entre todos restituyamos su fortaleza a la palabra:
“Antes que gritar todos juntos, de habituarse a escucharse a uno mismo y sólo a uno, tenemos que habituarnos a hablar unos con otros.” El intercambio internáutico permite eso precisamente, el conjunto de voces perfectamente diferenciadas.
Y hacen una evaluación con pretensiones de propuesta programática, aunque bastante más voluntariosa que pragmática. “La derecha avanza. Avanza la presencia de los intolerantes, el individualismo egoísta, el aislamiento comunicativo, el mercado como único valor... No se reconoce a la derecha por sus siglas o insignias, se le reconoce por sus signos, sus gestos, sus actitudes. La derecha es autoritaria y lo inverso también es cierto.”
Dicen ellos que “tenemos que acabar con el miedo, la autocensura, el mutismo y la sordera, la represión autoimpuesta, el inmovilismo y la acción irreflexiva.”
Pero también dice un amigo: "estoy seguro de la conveniencia de los correos [y del internet]: no hay impertinencias, los lees cuando quieres, los contestas, si quieres, los borras, los reenvías, que sé yo". Con el internet, digo yo, sí que no los interrumpes de alguna actividad importante como puede ser el hecho de no querer contestar el teléfono, responder a preguntas, o participar del destino, por ejemplo.